Me pierdo en un onírico mundo de lugares imposibles,
de corazones lejanos que pertenecen al viento,
de oscuros legados que perduran con el tiempo.
Mi alma se cae a trozos en forma de lágrimas libres
que vagan en el silencio por pensamientos intangibles.
Quince velas que se apagan
y a pesar de todo luchan por no ser acalladas.
Pero algun día su cinica sonrisa morirá, y sólo quedará esperar
a que consigo la arrastre la dulce y fria brisa matinal.
Somos tan frágiles, débiles, y aun sabíendo que la verdad duele,
queremos descubrirla sin importar si los secretos que esconde son crueles,
Un niño perdido que vaga, grita y sueña y se duerme en los laureles:
de su miserable inocencia al viento y del viento a la violencia.
Mariposas en mi mente pululan llevando consego pasados y ocultos sentimientos ya apagados, pero que nunca morirán.
Aquellos que no puedo, por mucho que me pese, dejar de sentir,
aquellos que sentía con amor y que después repudié,
Aquellos que por ahora no tener siento que los he de poseer,
por eso vivo en un mundo de ensueño, donde mi corazón no late, donde a cada segundo vivo pero luego muero...
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