sábado, 10 de julio de 2010

...Masquerade II...


13 de Octubre de 1788


Tras la muerte de mi padre, aunque suene mal, comenzamos a ser una familia afortunada. Mi madre conocio a un aristocrata muy poderoso, dueño de numerosos terrenos. El la amaba de verdad, asique mi madre, mi hermana y yo nos mudamos a su gran casa con muchos jardines, laberintos, escondite, terrenos para cosechar y un largo etc...

El nuevo marido de mi madre solia codearse con personas muy adineradas, tal y como lo era el, y muy muy amenudo acudiamos a fiestas y bailes elegantes, o simplemente ibamos a tomar el te a las casas de sus "amigos" o venian ellos. Fue en una de estas tardes de te, donde conoci a un peculiar ser.

Me encontraba sentada junto a las señoras que reian, charlaban y tomaban te con pastas. Estaba callada y aburrida, como siempre, ya que no me dejaban moverme de alli. Decian que al tener 15 años, era casi una mujer, era una señorita, y debia comportarme como tal, pero yo queria ser libre, queria correr y ensuciarme, como solia hacer cuando era... cuando era pobre...

Comence a morderme las uñas, el aburrimiento estaba matandome cuando de pronto dos pequeñas niñas me cogieron de ambas manos y tiraron de mi.

-¿Donde me llevais, pequeñas? - pregunte, contenta en el fondo de que me sacaran de aquella horrible y refinada mesa, donde se encontraban un monton de marujas, entre las que incluyo a mi madre, y mi hermana.

Las pequeñas niñas me guiaron hasta el laberinto, y me pidieron que jugasemos al escondite. No me negue.

-Esta bien, me dare la vuelta y comenzare a contar. - Conteste a su invitacion.

Me voltee y empece a contar.

- Uno, dos, tres, cuatro, cinco....y asi hasta cien. - ¡¡VOY!!- grite.

Rapidamente comence a correr, buscando y buscando, no hubo suerte, pero no desisti. Creo que busque durante media hora o cuarenta minutos, y luego decidi parar de correr, pues me habia quedado sin aliento. Comence a escuchar leves risitas y volvi a emprender la busqueda. No las pude encontrar por ninguna parte, esas traviesillas sabian esconderse bien. Me empece a preocupar pues ya habia pasado mucho tiempo desde que comenzamos a jugar y se estaba haciendo de noche. Pare de andar, y frustrada comence a gritar sus nombres y a mirar para todos lados. No hubo suerte, no aparecian.

De pronto, unas frias manos taparon mis ojos desde atras. No grite, el miedo me bloqueo y me quede callada, escuchando los fuertes latidos de mi corazon y mi respiracion agitada.

Intente soltarme, pero no pude.

-¿ Qu...Qui...Quien eres? - logre preguntar.

- No tengas miedo, no voy a hacerte daño, no me temas, puedes confiar en que siempre que yo me encuentre a tu lado, nada te pasara. - dijo una maldita y dulce voz muy cerca de mi oido.

- Me presento - dijo descubriendome los ojos. Pude girarme y recuperar la vision - Mi nombre es Christopher - hizo una reverencia sin dejar de mirarme a los ojos y sonreir con sus blancos dientes.

Era un muchacho de mi misma edad, quizas un poco mayor, uno o dos años mas que yo. Tenia el pelo rubio casi blanquecino, los ojos verdes como la hierba y los labios mas bonitos que habia visto en mi vida.

Me quede paralizada, pero comenzo a hablar, y senti que le conocia desde hacia mucho tiempo.

Pasaron los dias, y seguiamos viendonos. Comence a sentir que era el amor de mi vida, lo que se suele sentir a los quince años. Junto a el pase el año mas bonito de mi vida, le hable de mi pasado, y no le importo. A el le gustaba que a mi me gustase ser libre, salvaje, y que fuese distinta de las demas. Una vez, cuando cumpli los dieciseis años, me llevo a un lago, y nos bañamos en mitad de la noche. Era una locura para alguien de nuestra clase.

Nos veiamos a escondidas, mi familia queria casrme con el hijo de un conde frances, asique no podia decepcionarles por mucho que me doliese, aunque mi corazon siempre iba a pertencer a Christopher.

Mi padrastro, hacia negocios, siempre se le habia dado muy bien, hasta que cierto conde le estafo y le dejo en la ruina. En cuestion de meses ya no teniamos nada, no teniamos posesiones, ni terrenos, ni casa... Mi madre, mi hermana y yo ya habiamos vivido en esa situacion antes, sabiamos lo que era vivir en las calles y robar nuestro pan de cada dia, pero mi padrastro no lo aguanto, asique nos abandono y se colo en un barco que viajaba hacia el sur, en busca de una nueva vida, asique alli estabamos las tres solas otra vez. Mi madre decidio volver a los conflictivos barrios donde viviamos antes. Eran varias calles a las afueras, donde los indigentes, y los pobres viviamos en especies de chabolas y robabamos para sobrevivir.

Tuve que hacer la cosa mas dolorosa: despedirme de christopher.

Tardamos varias horas, hasta que por fin, nuestras lagrimas cesaron y aceptamos lo que el destino me deparaba. Cuando lloraba, sus verdes ojos se tornaban grises, y la ultima vez que vi su cara, su expresion estaba llena de dolor y de amargura...

13 de Diciembre de 1792

Ahora, volvia a ver su rostro, esta vez sin lagrimas, y con una expresion seria y confusa al haberme quitado la mascara y descubrir quien era yo realmente.

-¿Evey?...- susurro.

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