jueves, 2 de diciembre de 2010

...Encadenada...


Hay en mis entrañas pequeños fragmentos de cristales rotos,
Que allí quedaron incrustados porque la rabia machacó un espejo de algún lugar remoto...
En mi lecho de muerte, se encuentran mis vísceras, antiguamente coloradas que ahora han adquirido cierto tono ceniza-putrefacción,
Pero NO, no te equivoques,
no es el paso del tiempo quien han ha hecho que se me pudra el corazón, has sido tú, mi triste razón...
Y dime, ¿quien?, ¿quien llenará ahora ese espacio vacío?,
ese hueco, Esa marginal cavidad donde antes latía mi órgano...
Y creo que esa ausencia es culpable de que mi propio mundo se encuentre en estado de contaminación,
Y que tú eres el nefasto sentimiento de indiferencia que hace que siempre me abandone mi querida inspiración...
Estoy a la espera de encontrar un por qué,
Quiero que el cielo se abra y aparezca un reflejo de mi imperfección...
Quiero que tus ojos se abran y que cuando me veas, salgan de mis labios la más bonita canción...

Pero, querido, esto es simple ficción, pues los arboles nunca cantaron para mi, los pájaros hace tiempo que no vuelan,

Y bajo las pérfidas tumbas descansan en paz los sentimientos de esta solitaria y joven damisela,

en busca y en espera de su nuevo errante y libre barco de vela...

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